La reconocida creadora de contenido, Alejandra Rubio, abrió su corazón en la sección “Entre tú y yo”, del programa El Hilo, donde compartió aspectos íntimos de su niñez y de los sueños que marcaron su camino. Aunque todos la conocen como Alejandra, reveló que su primer nombre es María, reservado solo para su círculo más cercano y utilizado, según confiesa, en momentos de conversación seria.

En su infancia en la colonia Cerro Grande de Tegucigalpa, Alejandra mostró desde temprano una fuerte inclinación por las artes. La música y el arte siempre estuvieron presentes en su hogar, alimentando su deseo de soñar en grande.

Entre sus aspiraciones de niña estaba la de convertirse en cantante o incluso astronauta, aunque el escenario siempre la atrajo con más intensidad.

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La pasión por la música no era exclusiva suya, ya que sus hermanas también compartían el mismo talento, llenando de melodías cada espacio familiar.

El apoyo de sus padres fue fundamental, pues fueron ellos quienes gestionaron su primera oportunidad para cantar en un acto escolar, un momento que marcó el inicio de su historia sobre los escenarios.

Desde entonces, Alejandra Rubio se convirtió en protagonista de cada acto cívico en el Instituto Cerrogrande, donde su voz era esperada con entusiasmo.

Ella misma se define como una niña soñadora y sin temores, cualidades que la impulsaron desde pequeña y que aún hoy son el reflejo de la mujer decidida y apasionada en la que se ha transformado.

El camino de Alejandra Rubio hacia la realización personal y profesional

Al reflexionar sobre su niñez, Alejandra recuerda su capacidad de proyectarse en grande, inspirada por las actrices que veía en televisión, a quienes admiraba por su belleza y elegancia.

Si pudiera hablar con su "yo" del pasado, le aseguraría que todos sus sueños se están cumpliendo y le aconsejaría ser más sabia al elegir sus amistades y al entregar su corazón.

Finalmente, Rubio cree firmemente que esa niña soñadora de Cerro Grande estaría muy orgullosa al ver a la mujer en la que se ha convertido. Imagina que su versión infantil la vería con admiración, reconociendo en ella a esa figura femenina fuerte y bella que siempre anheló ser.

Su historia es un testimonio de cómo los sueños cultivados en la niñez, con apoyo y determinación, pueden florecer de manera extraordinaria.

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