El enfrentamiento entre Elon Musk y Donald Trump ha escalado a un nivel sin precedentes. Todo comenzó durante una reunión bilateral entre Trump y el canciller alemán Friedrich Merz, cuando el expresidente fue cuestionado sobre las duras críticas del magnate tecnológico hacia su proyecto de ley. Aunque Trump intentó restarle importancia, el intercambio pronto se tornó personal y explosivo.
A través de su red social X, Musk lanzó una bomba: acusó a Trump de estar vinculado con Jeffrey Epstein y de evitar que se publiquen archivos comprometedores. “Es hora de soltar la bomba de verdad: @realDonaldTrump está en los archivos Epstein”, escribió Musk.
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Aunque no presentó pruebas, sus declaraciones reavivaron teorías sobre la falta de transparencia en torno al caso Epstein, el financista acusado de operar una red de tráfico sexual de menores que involucraría a famosos, y que se suicidó en prisión en 2019.
La Casa Blanca, por su parte, calificó las acusaciones de “lamentables” y aseguró que Musk solo está molesto porque el proyecto de ley no favorece a sus intereses.
Trump vs. Musk: una alianza rota
La disputa también tocó un punto clave para Trump: su reputación electoral. Musk aseguró que sin su apoyo, Trump no habría ganado en estados clave como Pensilvania. “Qué ingratitud”, remató el CEO de Tesla, recordando los millones invertidos en la campaña republicana.
Trump contraatacó insinuando que Musk solo busca proteger sus negocios, especialmente Tesla, luego de que se anunciara la eliminación de mandatos a vehículos eléctricos.
El futuro de la pelea
Con ambos multimillonarios exponiendo sus diferencias públicamente, es evidente que esta pelea está lejos de terminar.
Y mientras Musk sigue animando a los legisladores a recortar subsidios, Trump intenta mantener su narrativa como líder de los conservadores.
La tensión entre Musk y Trump no solo refleja un choque de egos, sino también una ruptura dentro del propio bloque republicano, que podría tener implicaciones significativas de cara a las elecciones.