Desde niño, Ángel Gabriel Castro soñó con convertirse en futbolista profesional y representar a Honduras en el escenario internacional.
Su talento lo llevó a la academia del Olimpia, uno de los clubes más importantes del país, donde comenzó a destacarse por su velocidad y fortaleza en la marca.
Esos primeros pasos lo impulsaron a vestir la camiseta nacional en categorías menores, formando parte de una generación que hizo historia.
En 2007, integró el equipo Sub-17 que clasificó por primera vez a un mundial, disputado en Corea del Sur, y dos años después fue convocado a la selección Sub-20 que participó en el Mundial de Egipto.
También estuvo en los Juegos Panamericanos de Brasil, consolidando así una carrera prometedora.

A pesar de su talento, la trayectoria de Castro en el fútbol profesional no alcanzó el brillo de otros compañeros de su generación.
Jugó en equipos como Olimpia, Deportes Savio, UPNFM, Real de Minas y Gimnástico, hasta que una pérdida familiar marcó un cambio profundo en su vida.
En declaraciones a ACI Prensa el joven destacó que en cada partido solía rezar: “Señor, hazme correr este partido como si no fuera a jugar otro, y siempre llévame donde tú quieras que yo esté”.
Con esta oración buscaba que Dios le guiara hacia la mejor oportunidad en su carrera, aunque su destino finalmente estaba lejos de las canchas.

Ángel Gabriel Castro: de la cancha a la vocación
En 2015, tras la muerte de su abuela paterna, comenzó a cuestionarse su propósito y retomó una inquietud que lo acompañaba desde la infancia: su vocación religiosa.
Ese mismo año, decidió ingresar en la Pastoral Vocacional, dando inicio a un proceso que transformó por completo su camino.
Sin hacer anuncios ni buscar atención, dejó atrás los estadios y se incorporó al Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa.

Allí comenzó una etapa de entrega y estudio que lo llevó a abandonar su carrera deportiva para dedicarse al servicio religioso.
El 12 de diciembre de 2018 disputó su último partido de fútbol, y en enero de 2019, a los 28 años, inició formalmente su formación sacerdotal.
Actualmente, cursa el tercer año de teología, convencido de que su verdadera misión está fuera de las canchas.

