A pesar de que los resultados preliminares señalan la elección de 39 mujeres dentro de los 128 curules del Congreso Nacional, lo que representa un 30.47 por ciento de participación femenina, hasta el momento, el escenario aún puede cambiar mientras avanza el escrutinio y las cifras suben o bajan en función de las actas que siguen ingresando.
El Partido Liberal encabeza la distribución con 16 diputadas, seguido del Partido Nacional con 13 y del Partido Libertad y Refundación con 11, una tendencia que muestra avances, pero también evidencia desigualdades internas entre las estructuras partidarias.
La distribución por departamento confirma estas brechas. Francisco Morazán, que elige 23 diputados, suma 12 mujeres y se convierte en el departamento con mayor presencia femenina, seguido de Cortés, donde 11 de los 20 escaños preliminares están ocupados por mujeres.
En los departamentos medianos, Yoro aporta 4 diputadas de los 9 espacios disponibles, mientras que Choluteca y Santa Bárbara, con la misma cantidad de curules, registran 2 cada uno.
Atlántida, que escoge 8 diputados, no muestra ninguna diputada electa y en los departamentos que eligen 7 escaños, Copán registra 2 mujeres, Olancho 1 y Comayagua ninguna.
El Paraíso aporta 1 diputada dentro de sus 6 escaños, mientras que Lempira, con 5 curules, no muestra presencia femenina. Colón y Valle, con 4 espacios cada uno, cuentan con 1 mujer.
Intibucá y La Paz, con 3 diputaciones cada uno, no presentan representación femenina.
En el caso de Ocotepeque, donde solo se eligen 2 diputados, ambos preliminares corresponden a mujeres, mientras que Gracias a Dios aporta 1 diputada dentro de su único escaño y en Islas de la Bahía, que elige también 1 posición, no aparece participación femenina.
¿Por qué las mujeres hondureñas no participan en política según el CESPAD?
Según el más reciente estudio del Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), las mujeres compiten en un entorno lleno de obstáculos, donde la violencia política aparece como el desafío más fuerte y transversal.
El organismo explica que el poder legislativo mantiene una agenda selectiva que rara vez prioriza propuestas impulsadas por mujeres, lo que reduce su incidencia real incluso cuando logran llegar al Congreso.
A este escenario se suma la falta de capacidad del CNE para garantizar condiciones equitativas en la competencia, en el acceso a recursos o en la aplicación efectiva de la Ley Electoral, lo que deja vacíos importantes en la protección de las candidatas.
El estudio también resalta que los partidos políticos siguen operando bajo estructuras creadas por y para hombres, donde el caudillismo marca el ritmo interno y define quién avanza, una dinámica que limita la autonomía femenina y las mantiene en roles subordinados.
La barrera más crítica señalada por CESPAD es la violencia política en todas sus formas, desde la simbólica y psicológica hasta expresiones más directas que no cuentan con mecanismos claros de sanción o prevención.
A este panorama se suman los prejuicios socioculturales que siguen impulsando la idea de que lo público pertenece a los hombres y lo privado a las mujeres, una narrativa que convierte a las mujeres en figuras cuestionadas dentro del espacio político y provoca rechazo, castigo social y exclusión.
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