La escena gastronómica en Santa Cruz, Bolivia, vive un momento inesperado que abrió un debate entre dueños de restaurantes, clientes y creadores de contenido, ya que varios negocios colocaron letreros con el mensaje “PROHIBIDO TIKTOKERS” como una medida para frenar lo que describen como un abuso constante.
Los propietarios explican que cada semana reciben a personas que se presentan como influencers, solicitan comida en grandes cantidades y prometen publicidad sin haber pactado nada, algo que provoca tensiones en los locales y genera incomodidad entre quienes trabajan y consumen de manera regular.
¿Por qué los dueños de los restaurantes prohibieron la entrada a Tiktokers?
Los comerciantes cuentan que estos visitantes llegan con la intención de grabar videos que requieren luces, trípodes y espacios amplios, lo que interrumpe la dinámica de atención.
Asimismo, afecta la experiencia de los clientes que pagan, quienes incluso se quejan del ruido porque las grabaciones incluyen conversaciones a volumen alto, a pesar de que utilizan micrófonos y repiten tomas durante largos períodos.
Varios propietarios aseguran que algunos clientes deciden irse o expresan que no desean volver cuando encuentran el negocio convertido en un set improvisado, situación que golpea directamente la estabilidad de los pequeños emprendimientos que dependen del flujo diario de comensales.
El conflicto crece al llegar la cuenta, ya que muchos de estos tiktokers dicen “somos tiktokers, hacemos promociones y no tenemos que pagar”, argumento que sorprende a los dueños porque nunca existió un acuerdo formal de colaboración y porque el negocio ya asumió el gasto en ingredientes, tiempo de preparación y sueldos.
Los comerciantes afirman que este tipo de contenido casi nunca se traduce en más ventas y que, en algunos casos, incluso se registró una caída en la llegada de clientes después de las grabaciones.
Por esa razón, varios establecimientos decidieron unirse y aplicar reglas claras en donde no se permiten grabaciones sin autorización de la gerencia, tampoco se acepta el uso de trípodes que bloqueen el paso y se mantiene la norma principal de que toda persona que consume debe pagar.
Los dueños aclaran que esta medida no busca afectar a creadores responsables, sino detener los abusos que ponen en riesgo la operación diaria de negocios que luchan por mantenerse.
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