Un potente terremoto de magnitud 6,0 sacudió el este de Afganistán la noche del domingo 31 de agosto, dejando una devastadora cifra de víctimas. Según el portavoz talibán Zabihullah Mujahid, al menos 800 personas perdieron la vida y alrededor de 2.500 resultaron heridas en la región.

Las autoridades advierten que estos números podrían aumentar conforme avancen las evaluaciones. La provincia de Kunar fue la más afectada, registrando el mayor número de fallecidos y heridos tras el sismo.

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"Como resultado de los terremotos de anoche en las provincias orientales, el número de muertos en Kunar ha alcanzado los 80", señaló Mujahid. Las labores de rescate y atención médica se encuentran en plena operación, ante la gravedad de la situación. En la provincia de Nangarhar reportaron 12 muertos y 255 heridos.

Las autoridades alertan sobre réplicas y piden calma a la población.

Terremoto en Afganistán deja cientos de muertos y heridos: medidas y desafíos de rescate

Las autoridades advierten que las cifras podrían aumentar a medida que se accede a zonas más remotas. El ministro del Interior, Khalifa Sirajuddin Haqqani, ordenó asistencia inmediata a las familias afectadas y desplegó a funcionarios locales para atender emergencias.

Mujahid destacó que equipos médicos y de apoyo de varios ministerios están plenamente comprometidos en ayudar a los damnificados. La coordinación busca brindar atención rápida y reducir el impacto del sismo.

El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) informó que el epicentro se localizó a 27 km al este de Nangarhar, con ocho kilómetros de profundidad, aumentando la capacidad destructiva del terremoto.

Además, se registraron al menos dos réplicas de magnitud 5,2 pocas horas después. La población permanece alerta ante posibles nuevos movimientos sísmicos.

Los equipos de rescate enfrentan serias dificultades debido a deslizamientos de tierra que bloquean carreteras clave, retrasando el acceso a las áreas más afectadas.

La búsqueda de supervivientes continúa desde la madrugada, mientras autoridades y voluntarios trabajan contrarreloj. Se teme que el número de víctimas siga aumentando conforme se alcanzan zonas remotas y montañosas del este del país.