Tras conquistar su primera Champions League, el París Saint-Germain vivió un momento emotivo que trascendió lo deportivo.

En pleno Allianz Arena, la afición del PSG desplegó un enorme mosaico con la imagen de Xana Martínez, la hija del entrenador Luis Enrique fallecida en 2019, representada como dibujo animado plantando una bandera del club parisino en el césped.

La escena, aplaudida de pie por miles de aficionados, simbolizó más que una victoria: fue un acto de memoria, cariño y humanidad.

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El deseo cumplido del entrenador

Semanas antes de la final, Luis Enrique había confesado su deseo de revivir, con el PSG, un recuerdo que atesoraba con su hija: “Tengo una foto con Xana en Berlín, tras ganar la Champions con el Barcelona. Ella plantando la bandera del Barça en el campo… Quiero hacer lo mismo aquí. No estará físicamente, pero sí espiritualmente”.

Ese anhelo se cumplió de la mano de una afición que lo ha adoptado como símbolo y líder.

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Un legado deportivo y emocional

El PSG no solo hizo historia al ganar con un contundente 5-0 al Inter de Milán —la mayor goleada en una final de Champions—, sino que también logró el primer triplete para el fútbol francés: Ligue 1, Copa de Francia y Champions.

Para Luis Enrique, que ya había logrado un triplete con el Barcelona, este segundo hito tiene un significado mucho más profundo.

“Xana siempre presente”, publicó el club en sus redes sociales, acompañando la imagen que quedará en la historia: padre e hija, representados en una bandera de amor, fútbol y resiliencia.

El homenaje no solo marcó una noche de gloria, sino también la conexión entre deporte y vida, en su forma más humana.

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