"Somos negros y a menudo nos preguntan que si somos de (La) Ceiba (Atlántida), como si solo en Ceiba hay negros", lamentó uno de los jóvenes, refiriéndose a la constante asociación de los hondureños negros con esta ciudad.
Otro relató cómo son confundidos regularmente con famosos del fútbol, como si la única manera de ser negro y destacar fuera a través del deporte.
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Pero las experiencias no terminan en anécdotas triviales. La discriminación se vuelve peligrosamente real cuando la policía detiene a estos jóvenes sin motivo aparente, simplemente por su color de piel.
Y la falta de electricidad se convierte en una oportunidad para cuestionar su presencia en determinados lugares.
"Somos negros y si una mujer blanca nos prueba, lo único blanco que vuelve a probar, es el arroz", dijo Marín para finalizar.
Sin embargo, a pesar de los desafíos, estos hondureños encuentran fuerza en su identidad y cultura. Y con un toque de humor, señalan la absurda idea de que su color de piel determine su valía como individuos.
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